La ATC es Parecida tanto Clínica como Económicamente a las Pruebas Funcionales para Descartar EAC


Un subestudio económico de datos del ensayo PROMISE confirma costes similares asociados al uso tanto de angiografías por tomografía computarizada (ATC) como de estrategias de pruebas diagnósticas funcionales para la evaluación del dolor torácico no agudo en pacientes sintomáticos. Tras 90 días de evaluación de seguimiento, sólo se vio un mayor coste de 254 dólares asociado al uso de ATC, y desde el 90º día hasta el año, la diferencia media del coste entre ambas intervenciones siguió siendo pequeña.

El Mensaje 

Según Jacqueline Shreibati, teniendo que en cuenta que los resultados clínicos y económicos son  similares, las decisiones sobre cuál sería la mejor prueba a realizar deberían de basarse en las preferencias de médicos y pacientes.

Estos resultados, publicados en Annals of Internal Medicine, son los últimos que arroja el PROMISE (Estudio de Imágenes Multicentro Prospectivas para la Evaluación del Dolor Torácico). Los detalles del principal análisis se presentaron en las sesiones científicas/i2 organizadas por el Colegio Americano de Cardiología en marzo de 2015 y revelaron que la ATC no arrojó mejores resultados clínicos que la prueba funcional.

“En pacientes parecidos a los estudiados en el ensayo PROMISE, con una probabilidad pre-prueba entre baja e intermedia y un cuadro clínico de dolor torácico atípico, los resultados garantizan que la ATC es parecida, desde el punto de vista clínico y económico, a la prueba funcional,” tal y como aseguró la Dra. Jacqueline Shreibati (Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, Stanford, California), que no estuvo implicada en el estudio, a TCTMD en comunicación mantenida por e-mail.

No obstante, Shreibati añadió, “El ensayo no respondió a la cuestión de si usar, o no, la ATC o la prueba funcional en otros tipos de pacientes ni respondió a la pregunta de si alguna de las dos pruebas influye en los resultados.”

Estas opiniones se plasmaron en un editorial que acompaña al estudio redactado por los Dres. Joe X. Xie y Leslee J. Shaw (Facultad de Medicina de la Universidad Emory, Atlanta, Georgia). “El estudio de Mark y sus colegas nos da mucha información sobre las implicaciones en materia de gasto que se derivan de las estrategias diagnósticas para descartar EAC (enfermedad arterial coronaria),” aseguran. “Aún así, el conocimiento que tenemos a este respecto es limitado por lo que necesitamos más financiación que nos ayude a priorizar el desarrollo de nuevos, eficaces y efectivos abordajes diagnósticos para descartar sospecha de EAC.”

Estudio de los Costes

Para el sub-estudio económico, investigadores dirigidos por el Dr. Daniel B. Mark (Instituto de Investigación Clínica de la Universidad de Duke, Durham, Carolina del Norte), incluyeron a 9.649 pacientes inscritos en el PROMISE atendidos en el sector de servicios de pago del sistema de salud de EE.UU. Recopilaron información tanto sobre el uso de recursos como sobre el gasto hospitalario realizando una comparativa por intención de tratar de los costes médicos dentro del estudio.

Al cabo de 90 días, el coste medio de la ATC fue de 2.494 dólares frente a los 2.240 dólares del grupo sometido a la prueba funcional, una diferencia de 254 dólares. Esta disparidad se vio condicionada por un índice más alto de revascularizaciones coronarias (6.2% vs 3.2%) así como por costes asociados a estas entre aquellos pacientes que fueron sometidos a una ATC y no a una prueba funcional. Al cabo del primer año, la diferencia media de costes entre los dos grupos estuvo e torno a los 99 dólares, arrojando durante el primer año, una diferencia acumulativa en los costes de 353 dólares.

Al cabo del segundo año, la diferencia de coste medio entre ambas intervenciones había descendido hasta los 26 dólares y al cabo del tercer año, esta diferencia se situó en torno a los 249 dólares. Los investigadores advirtieron que los resultados de este tercer año se vieron distorsionados por un paciente del grupo sometido a la ATC, que no guardó relación con el ensayo PROMISE, que tuvo que ser hospitalizado en una unidad de cuidados ortopédicos y cuyos costes ascendieron a más de 300.000 dólares. Cuando este paciente fue retirado del análisis, la diferencia de costes en el tercer año fue de solo 91 dólares.

Optar por Una u Otra Prueba

Los resultados económicos del ensayo PROMISE arrojan datos parecidos a los resultado principales del PROMISE, según Shreibati. PROMISE reveló que el índice total de episodios para el punto final primario de muerte, infarto de miocardio u hospitalizaciones fue parecido entre aquellos pacientes asignados a una prueba ATC y aquellos asignados a una prueba funcional.

“El índice total de episodios fue bajo, en torno al 3%. A corto plazo, no obstante, dentro de un período de tiempo de 90 días, más pacientes sometidos a ATC fueron sometidos a cateterizaciones cardíacas (12.2% versus 8.1%) y revascularizaciones (6.2% versus 3.2%),” explicó Shreibati.

Analizando los resultados económicos, tanto la ATC como la prueba de esfuerzo funcional acarrearon costes totales parecidos a largo plazo. El coste inicial de la ATC fue menor que el de las pruebas funcionales, si bien el gasto extra vinculado tanto a las cateterizaciones como a las revascularizaciones resultó en un aumento pequeño aunque irrelevante desde el punto de vista estadístico de los costes.

“Los bajos índices de episodios podrían explicar, en parte, por qué no se detectaron diferencias en los costes,” dijo Shreibati.

Cuando llega la hora de tener que optar entre un abordaje de prueba anatómica o un abordaje de prueba funcional, lo que deberían de hacer los médicos es usar lo que saben acerca del riesgo de EAC de cada paciente, dijo. “Si un paciente corre un riesgo entre bajo e intermedio de enfermedad arteria coronaria, tanto una ATC como una prueba funcional serían opciones viables a considerar,” concluyó Shreibati. “Optar por una prueb en detrimento de la otra debería de hacerse según las preferencias tanto del médico como del paciente.


Fuentes:

  • Mark DB, Federspiel JJ, Cowper PA, et al. Economic outcomes with anatomical versus functional diagnostic testing for coronary artery disease. Ann Intern Med. 2016;Epub ahead of print.
  • Xie JX, Shaw LJ. Measuring diagnostic health care costs in stable coronary artery disease: Should we follow the money? Ann Intern Med. 2016;Epub ahead of print.

Declaraciones:

  • Mark dijo haber recibido subvenciones de los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU. (NIH) durante la realización del estudio, subvenciones de Eli Lilly and Company, Gilead Sciences, Bristol-Myers Squibb, AGA Medical Corporation, Merck, Oxygen Therapeutics, AstraZeneca y Medtronic fuera del trabajo enviado y honorarios personales de Medtronic, CardioDx, St. Jude Medical y Milestone fuera del trabajo enviado.
  • Shreibati no declaró conflicto de interés alguno.

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