La Endocarditis Infecciosa Post-TAVR se asocia a Diabetes, Regurgitación Aórtica Residual en un Extenso Registro

Cath Lab


Nueva información procedente de un extenso registro internacional pone de manifiesto los índices altos de mortalidad temprana y tardía en pacientes que desarrollan endocarditis infecciosa (EI) post-TAVR y podría ayudar a los médicos a identificar a aquellos pacientes de mayor riesgo de desarrollar esta rara aunque peligrosa complicación.

Hasta ahora, los datos disponibles sobre los resultados de EI post-TAVR están limitados a pequeños estudios poblacionales.

“Se trata del, hasta la fecha, mayor estudio de todos en el campo de la EI post-TAVR,” dijo el Dr. Norman Mangner (Universidad de Leipzig, Alemania), que no tuvo nada que ver con el estudio, a TCTMD en comunicación mantenida por email. “Es importante advertir que el estudio tiene un diseño multicentro que supera las diferencias regionales en la prevalencia de la EI. La inclusión fue muy estricta e incluyó, solo, a pacientes con EI definitiva, según los criterios modificados de Duke.”

En su estudio publicado hoy en el Journal of the American Medical Association, el Dr. Ander Regueiro, (Universidad Laval, Ciudad de Quebec, Canadá) y sus colegas aseguran que la incidencia de la EI fue del 1.1% por personas-años en una población de 20.006 pacientes sometidos a TAVR (sustitución de la válvula aórtica mediante técnicas transcatéter) de 47 centros de Europa, Norteamérica y América del Sur entre junio de 2005 y octubre de 2015. El tiempo medio transcurrido desde la TAVR hasta la EI fue de 5.3 meses y prácticamente solo se consideró que la mitad de los pacientes presentaban infecciones secundarias a la asistencia sanitaria recibida.

Tras realizar los correspondientes ajustes por factores de confusión, los pacientes que eran más jóvenes (CRI-cociente de riesgos instantáneos 0.97 por año; IC del 95% 0.94-0.99), varones (CRI 1.69; IC del 95% 1.13-2.52), diabéticos (CRI 1.52; IC del 95% 1.02-2.29), y presentaban regurgitación aórtica residual de carácter moderado-severo (CRI 2.05; IC del 95% 1.28-3.28) corrían un mayor riesgo de desarrollar EI. Además, los investigadores identificaron la especie Enterococci (24.6%) y el estafilococo áureo (23.3%) como los microorganismos más frecuentemente asociados a la EI.

Entre los 250 pacientes con EI, el 14.8% fue sometido a cirugía y el 36% falleció durante la hospitalización. Al cabo de 2 años, dos tercios de los pacientes con EI habían fallecido.

Lo más importante es lo que este “importante artículo” revela, según el autor principal Dr. Josep Rodés-Cabau (Universidad Laval, Ciudad de Quebec, Canadá), es decir, que la EI “es una complicación muy, muy seria.” Su incidencia tras una intervención TAVR es “relativamente infrecuente” pero parece estar a la par con lo observado tras la cirugía, dijo a TCTMD.

‘Prevención, Prevención, Prevención’

Los operadores TAVR han de ser más conscientes de los posibles riesgos de EI, sobre todo en pacientes de alto riesgo, observó Rodés-Cabau. “Mi primer consejo es prevención, prevención y prevención” dijo, sugiriendo mejoras en la profilaxis antibiótica y en que los médicos minimicen la exposición de los pacientes a los centros sanitarios salvo que sea estrictamente necesario. En lo referente a esto último, Rodés-Cabau advirtió que “en algunos casos no hay opción, pero aún así hemos de ser conscientes de que cuanto más manipulemos a estos pacientes más pueden aumentar las probabilidades de que estos contraigan alguna infección.”

Una vez que se sospecha que un paciente padece EI, solo “un diagnóstico rápido y el tratamiento apropiado” pueden ayudarles, dijo. “En los casos dudosos, probablemente lo mejor sea iniciar el tratamiento antibiótico en lugar de esperar.”

En cuanto a qué constituye alto riesgo, Rodés-Cabau dijo que factores de riesgo tales como la diabetes y la regurgitación aórtica residual “tienen sentido” pero dijo que el nexo con una edad más joven aparecido en el estudio probablemente sea un factor de confusión y se deba al hecho de que los pacientes más jóvenes suelen tener una mayor carga de comorbilidades.

Además, dijo Mangner, como los predictores de EI se relacionaron tanto con el propio paciente como con la intervención, esto indica “que hemos de trabajan con la máxima perfección posible cuando implantamos una válvula a fin de evitar estas fatales complicaciones.”

En última instancia, “los médicos deberían de familiarizarse con la EI e investigarla más de cerca, siempre y cuando se apropiado y en estados febriles de los pacientes post-TAVR,” dijo el Dr. Alon Eisen (Centro Médico Rabin, Petah Tikva, Israel) a TCTMD en comunicación mantenida por email.

En el futuro, los estudios que se realicen deberían de mejorar “medidas preventivas (tales como una mejor asepsia y profilaxis antibiótica), las estrategias diagnósticas, los factores de riesgo y el manejo de la EI post-TAVR,” concluyó Eisen. Cabe destacar que el mal pronóstico de estos pacientes con el tratamiento conservador, por un lado y las características de alto riesgo de esta población, por otro, hacen que la clave de todo sea que el manejo del Equipo Cardíaco deba ser caso por caso.”

Nota: Tres de los autores del estudio son profesores universitarios miembros de la Fundación para la Investigación Cardiovascular (CRF), que dirige y opera la plataforma digital TCTMD.

 


Fuente:

  • Regueiro A, Linke A, Latib A, et al. Association between transcatheter aortic valve replacement and subsequent infective endocarditis and in-hospital death. JAMA. 2016;316:1083-1092.

Declaraciones:

  • Regueiro dijo haber recibido una subvención de la Fundación Alfonso Martin Escudero.
  • Rodés-Cabau dijo haber recibido apoyo de Edwards Lifesciences y Medtronic.
  • Ni Eisen ni Mangner declararon conflicto de interés alguno.

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