La Ira y los Esfuerzos Excesivos Podrían Aumentar el Riesgo de IAM en Algunas Personas, No en Todas


El viejo adagio “cálmate o te dará un ataque al corazón” parece ser cierto para algunos pacientes, no todos, que sufren un IAM. Un nuevo análisis de una extensa cohorte global sugiere que uno de cada siete pacientes refiere algún tipo de emoción fuerte y/o de esfuerzos excesivos una hora antes de cursar síntomas compatibles con IM.

“Lo mejor que pueden hacer los médicos en este sentido es ser más conscientes de estos posibles factores desencadenantes, ya que nuestros resultados no identificaron a ningún subgrupo específico que corriese un riesgo alto especial,” tal y como aseguró el autor principal, Dr. Andrew Smyth (Universidad Nacional de Irlanda Galway), a TCTMD en comunicación mantenida por email.

El estudio de Smyth y sus colegas, publicado en Internet el pasado 10 de octubre de 2016 en Circulation, confirmó índices similares facilitados por los propios pacientes de emociones fuertes, ira y esfuerzos excesivos antes de sufrir un IAM con independencia del sexo, del país de origen o de la edad así como de la presencia o no de antecedentes de enfermedad cardiovascular y de la presencia, o no, de importantes factores de riesgo de sufrir un IAM. El uso de tratamientos preventivos tales como aspirina, inhibidores de la ECA, beta-bloqueadores y estatinas tampoco modificó la relación en modo alguno, advirtió Smyth.

Las Emociones Fuertes y los Esfuerzos Excesivos Triplican el Riesgo

Los datos proceden del estudio INTERHEART, que analizó los factores de riesgo de sufrir IAM en pacientes de 52 países. El presente subanálisis se centró en cómo los pacientes del estudio respondieron a un cuestionario sobre si habían estado enfadados o molestos o si habían hecho esfuerzo excesivos una hora antes de cursar síntomas. Estas respuestas se compararon en un abordaje caso-cruzado en el que cada paciente fue sometido a una comparativa consigo mismo durante la misma hora del día anterior.

Entre los 12.461 pacientes que sufrieron un IAM, el 13.6% dijo haber hecho esfuerzos excesivos y el 14.4% haber tenido alguna emoción fuerte una hora antes de cursa síntomas. Realizar esfuerzos excesivos, no así ejercicio físico el mismo día en que cursaron los síntomas frente al mimo momento del día anterior duplicó el riesgo de sufrir un IAM (CP-cociente de probabilidades ajustado 2.31; IC del 99% 1.96-2.72), al igual que sufrir una emoción fuerte o que estar enfadado (CP ajustado 2.44; IC del 99% 2.06-2.89). Tener ambos desencadenantes triplicó el riesgo (CP ajustado 3.05; IC del 99% 2.29-4.07).

Aunque la mayoría de IAM de este estudio sobrevinieron entre las 6 am y las 6 pm, aquellos pacientes que no refirieron ningún desencadenante fueron más propensos a cursar síntomas entre las 6 pm y medianoche.

Smyth y sus colegas aseguran que los hallazgos ponen de manifiesto “las dificultades en materia de prevención primaria de IAM asociadas a episodios desencadenantes externos.” También reconocen que como no todos los pacientes expuestos a los mismos desencadenantes sufren un IAM, en aquellos que sí, los episodios desencadenantes podrían “precipitar IAM solo en el marco de placas biológicamente activas que podrían ser especialmente vulnerables a la erosión de la placa, algo que varía significativamente entre distintos sujetos.

El Potencial de las Impresiones Subjetivas

El “fuerte esfuerzo” descrito en el estudio fue único para cada sujeto, razón por la cual los autores no dieron ejemplos de en qué podrían consistir dichos esfuerzos. En una entrevista con TCTMD, el Dr. Barry Jacobs (Programa de Residencia de Medicina de Familia de Crozer-Keystone, Springfield, PA), que no participó en el estudio, dijo que precisamente ésta es una de las debilidades del estudio, ya que los participantes definieron por sí mismos aquello que consideraron emoción fuerte o estresante.

“Deja abierta la posibilidad de que las personas tienen impresiones subjetivas que son distintas de una persona a otra,” dijo Jacobs.

Smyth dijo a TCTMD que aunque podría haber algunas diferencias en la interpretación de episodios y actividades entre los participantes, “es poco probable que hubiese diferencias notables dentro del mismo participante. Como tales, las diferencias de interpretación probablemente no hayan influido en modo alguno en nuestros resultados,” advirtió.

Cabe destacar que el estudio tampoco halló diferencias en el ejercicio físico basal, lo que vino a avalar la hipótesis de que los esfuerzos extenuantes por sí mismos, y no una actividad física en concreto, son los que aumentan el riesgo.

En comunicación con TCTMD, Jacobs dijo que la uniformidad de los desencadenantes entre los distintos grupos de edad, género y culturas es un importante hallazgo y significa “que hay algo, no solo en nuestra fisiología, sino en nuestra función emocional…que hace que los seres humanos seamos propensos a sufrir estos episodios.”

Añadió que el mensaje básico que esto envía a los pacientes es que han de aprender a regular sus emociones y a minimizar los ataques de ira, quizá realizando ejercicio físico con regularidad o beneficiándose de la práctica de la meditación.

“También sabemos que las personas que se sienten apoyadas por los demás reciben una validación que les permite contener mejor sus ataques de ira,” dijo Jacobs, que trabaja con la Asociación Americana del Corazón dando apoyo por Internet tanto a supervivientes cardíacos como a sus cuidadores. “Para muchas personas, poder hablar con los demás es importante y una forma mucho más adaptativa de gestionar sus sentimientos que tener una rabieta, que, al final, podría ser perjudicial para ellos.”

 


Fuente:

  • Smyth A, O’Donnell M, Lamelas P, et al. Physical activity and anger or emotional upset as triggers of acute MI: the INTERHEART study. Circulation. 2016;Epub ahead of print.

Declaraciones:

  • Ni Smyth ni Jacobs declararon conflicto de interés alguno.

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