Los Episodios Neurológicos Post-PCI aunque Poco Frecuentes siguen Acarreando Consecuencias ‘Abismales’


Los índices de accidentes cerebrovasculares (ACV) o AIT post-PCI (intervención coronaria percutánea) se han mantenido bajos desde 2002, a pesar de las subidas en varios factores de riego de sufrir ACV, según revela un estudio retrospectivo. No obstante, tanto la mortalidad intrahospitalaria como la mortalidad a un año siguen siendo mucho más altas en pacientes víctimas de episodios neurológicos.

 

Siguientes Pasos 

Los autores del estudio aseguran que aunque los resultados neurológicos post-PCI son poco frecuentes, su estrecha relación con peores resultados clínicos “pone de manifiesto la necesidad de tratamientos eficaces de los ACV post-PCI.”

“Los resultados de estos pacientes siguen siendo abismales…a pesar de los avances hechos en la seguridad y eficacia de las PCI,” tal y como aseguran el Dr. Ron Waksman, del Centro Hospitalario MedStar de Washington (Washington, DC), y sus colegas en un artículo publicado en Internet el pasado 10 de noviembre de 2015 en el American Heart Journal. “Hay que realizar más investigaciones que nos ayuden a facilitar un diagnóstico más precoz de los ACV, además, la utilidad relativa de la trombolisis frente a la trombectomía mecánica sigue siendo, en buena medida, algo desconocido.”

Los investigadores analizaron los datos de 25.626 pacientes (media de edad 65 años; el 65.2% varones) sometidos a una PCI en su centro entre enero de 2002 y junio de 2015. Durante ese tiempo se dieron 110 episodios neurológicos durante o dentro de las 24 horas siguientes a la ocurrencia de la (0.43%), incluidos 86 ACV (la mayoría isquémicos) y 24 AIT.

La incidencia de ACV/IAT se mantuvo estable con el paso del tiempo a pesar de las subidas de ciertos factores de riesgos a nivel basal, incluida la edad, los IM, la diabetes insulinodependiente, la insuficiencia renal crónica y la proporción de lesiones tipo C. La hipercolesterolemia, en cambio, fue menos frecuente con el paso del tiempo.

En el hospital, los pacientes con frente a sin episodios arrojaron índices más altos de hemorragias, IM, insuficiencia renal aguda y complicaciones vasculares post-PCI, siendo la estancia hospitalaria media más larga (9.5 vs 2 días; P < .001). Además, sufrir un ACV/AIT se asoció a índices de más altos de mortalidad en el hospital (20.7% vs 1.5%) y al cabo de 1 año (45.0% vs 7.3%; P < .001 para ambos). Los índices de mortaidad fueron, no obstante, mucho menores tras sufrir el AIT que tras sufrir el ACV.

Waksman y sus colegas aseguran que los hallazgos son “razonablemente consistentes” con lo que reflejan estudios anteriores, y ofrecer alguna que otra razón para explicar por qué los riesgos de sufrir episodios neurológicos se mantuvieron bajos a pesar del mayor nivel de riesgo de los pacientes tratados.

En primer lugar, los catéteres guía son más pequeños, lo que posiblemente compensa el aumento del riesgo de los pacientes, aseguran. “También podría explicarse por una mejora, a nivel general, del tratamiento médico,” aseguran. “El tratamiento con dosis altas de estatinas y tratamientos antiplaquetarios más potentes podría estabilizar las placas en la aorta que, de otro modo, serían un nido potencial para la formación de tromboembolismos.”

Margen de Mejora

Múltiples factores se asociaron, independientemente, al desarrollo de episodios neurológicos: antecedentes de ACV (CP-cociente de probabilidades 2.4; IC del 95% 1.4-4.4), raza afroamericana (CP 2.4; IC del 95% 1.5-3.9) y uso de bombas de balón intra-aórtico (IABPs; CP 4.9; IC del 95% 2.7-8.8).

Esta última relación “podría explicarse por la prevalencia de inestabilidad hemodinámica en pacientes que podrían tener antecedentes de ACV o una mayor incidencia de enfermedad carotídea, aunque también es razonable especular con la posibilidad de que una IABP podría aumentar el riesgo de sufrir ACV por la embolización de ateromas aórticos complejos,” según  explican Waksman y sus colegas.

Terminan diciendo que aunque los resultados neurológicos siguen siendo raros tras una PCI, su estrecha relación con peores resultados clínicos” pone de manifiesto la necesidad de hacer un tratamiento eficaz de los ACV post-PCI. No cabe ninguna duda que reducir el tiempo de diagnóstico realizando imágenes por resonancia magnética del cerebro poco después de cursar síntomas sería beneficioso. Y si se diagnostica un ACV isquémico, el uso de tratamiento trombolítico intravenoso o de una trombectomía mecánica para una repefusión cerebral realizada en el momento oportuno sería una forma de reducir tanto la morbilidad como la mortalidad.


Fuente:
Didier R, Gaglia MA Jr, Koifman E, et al. Cerebrovascular accidents after percutaneous coronary interventions from 2002 to 2014: incidence, outcomes, and associated variables. Am Heart J. 2015;Epub ahead of print.

Declaraciones:

  • Waksman no declaró conflicto de interés alguno.

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